Escrito por Rosângela Dantas
Em que pese minha incompetência total no que se refere à prática de esportes com bola (só me atrevo a jogar bola-queimada e olhe lá), sou uma fervorosa admiradora de alguns deles. Como torcedora, vivi uma fase áurea do basquete no Brasil. Vi jogar Carioquinha, Marcel, Oscar. Um pouco depois, deslumbrei-me com a deliciosa rivalidade entre Paula e Hortência e com a elegância majestosa da gigante Marta. E como mãe, acompanho meus dois “craques” favoritos: Rodrigo e Fernando.
Mas de um tempo para cá, cadê o basquete? Por que neste blog não vemos nomes de equipes e atletas brasileiros? Garanto que tem muita gente boa enchendo os olhos dos torcedores em nossos ginásios por aí. Entre as muitas razões que explicam essa ausência, posso apontar o fato de que hoje em dia os canais abertos de televisão raríssimas vezes (talvez nunca) deem espaço para a transmissão de algum jogo de basquete. E o mesmo acontece com todos os outros esportes cujos nomes não começam pela letra “f”, não contam com 22 atletas em campo e, entre outras características, não movimentam milhões em patrocínio atualmente.
Em tempo de Copa do Mundo, me parece oportuno deixar para reflexão um fragmento de um texto que encontrei há algum tempo, sobre a questão da hegemonia do futebol frente aos outros esportes. E conste que também sou fã do bom futebol, jogado e disputado com leveza e alegria, coisas raras ultimamente.
¿Es olímpica América Latina?
Margarita Rodríguez – BBC Deportes
“¿Por qué en nuestro altar de ídolos están Cristiano Ronaldo o Kaká, pero no tenemos al panameño Irving Saladino, al brasileño César Cielo o al cubano Dayron Robles?¿Por qué algunos nos mordimos las uñas en la final de la Copa del Mundo, pero nos dio lo mismo que el jamaicano Usain Bolt rompiera su propio récord mundial al correr los 100 metros?
Ustedes, amigos lectores, dirán que la respuesta es tan evidente que no valdría la pena continuar leyendo este artículo. “El fútbol es el deporte más popular en toda América Latina”, me dirán. Sí, es cierto. No se los discuto, pero hay otros factores que hacen que adoremos a Cristiano Ronaldo y no a otras estrellas deportivas como las mencionadas, respectivamente, el mejor saltador del mundo, el nadador que rompió el récord mundial de los 50 metros de estilo libre o el atleta que tiene la plusmarca mundial de los 110 metros vallas; todos atletas que se impusieron ante los mejores del planeta en Pekín y conquistaron tres medallas de oro para América Latina.
Según un estudio de la revista Forbes, el equipo del luso, el Manchester United, es el club más rico del mundo, superando incluso al Real Madrid. Los “diablos rojos” tienen un valor de US$1.800 millones. ¿Eso influirá en el hecho de que podemos mencionar al menos cinco jugadores del Manchester United, pero no los nombres de la delegación de nuestro país que fue a Pekín?
El fútbol no sólo genera ganancias por las transferencias millonarias de jugadores y la venta de entradas, sino por la comercialización de productos como camisas y videojuegos. La maquinaria de mercadeo del balompié es un monstruo con tentáculos que parece no tener límites.
Retomo la idea inicial antes de seguir adelante: “Saladino, Cielo y Robles y sus deportes no son tan populares como Cristiano Ronaldo y el fútbol”. Así es y lo mismo sucede con la marcha del ecuatoriano Jefferson Pérez (plata), el judo de la argentina Paula Pareto (bronce) o la lucha libre de la colombiana Jackeline Rentería (bronce). Pero, permítanme preguntar: ¿Imagínense si esos deportes pudieran contar con, al menos, la mitad del dinero que mueve el Manchester United? Seguramente, más niños en América Latina querrían ser un Irving o un Jefferson y no necesariamente un Cristiano Ronaldo. Quizás estaríamos más atentos -como ciudadanos y como medios de comunicación- a los mundiales de atletismo o a los Juegos Panamericanos que a la Liga de Campeones. Pero la realidad es otra y me atrevo a ser dura: esos deportes no venden. El fútbol sí, y mucho. (…)”
http://news8.thdo.bbc.co.uk/hi/spanish/deportes/pekin08/newsid_7573000/7573503.stm